El golpe del 23-F en 1.981 a muy pocos sorprendió, en todo caso extrañó la esperpéntica entrada en el Congreso de los Diputados y el desarrollo de los hechos en su interior en la tarde-noche de ese día. Debido a la degradación política, social, económica, continuados crímenes terroristas , sensación de desgobierno y descontrol institucional, con un Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, ejecutor principal de la transición democrática, altamente cuestionado desde el Rey hasta los de su propio partido(UCD) y despreciado por el estamento militar, era comidilla diaria el “ hay que hacer algo”,” ¿ los militares qué dicen, a qué esperan?. El estado de incertidumbre e inquietud se palpaba en el ambiente, siendo frecuente la referencia a “ ruido de sables” en la prensa, ya opinaran en uno u otro sentido con cierta cautela. Abiertamente el que fue Pte. de la Generalitat, Josep Tarradellas, habló de la necesidad de “ un golpe de timón” aunque, posiblemente, pensara por medios pacíficos.
La rumorología sobre conspiraciones estaba al orden del día. Había un caldo de cultivo y situación en aquel entonces que lo propiciaba( aunque el panorama es actualmente más grave, salvo en los crímenes etarras y en la inexistencia de nubarrones golpistas o involucionistas). Vamos, que la sorpresa para la inmensa mayoría fue la fecha, el lugar y las formas chapuceras y vergonzantes del asalto del Congreso( tiros , gritos intimidatorios, bochornoso forcejeo con el Tte.Gral. Gutiérrez Mellado,... con trasmisión en directo). Puede decirse que el Tte. Coronel Tejero frustró el golpe con su decimonónico proceder, la mala ejecución del operativo que se le había encomendado y, de postre, el impedir la entrada al General Armada. Aunque, al final, fue el mensaje del Rey el que hizo que aquello acabara. Los militares en su inmensa mayoría no se planteaban la legalidad o no del golpe, estaban a lo que su Jefe Supremo, Juan Carlos I, ordenara y tras movimientos de tropas, acuartelamientos, vacilaciones e interrogantes, cumplieron la consigna que Franco dictó en su escrito de despedida, 5 años antes cuando la muerte se le acercaba, "...rodeéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto que a mi me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido". No hay que olvidar que, además del mayoritario franquismo sociológico civil, las Fuerzas Armadas y las de Seguridad(G.Civil y Policía), en su casi totalidad, aún reverenciaban al difunto Caudillo y asumían su legado..Hay que analizar los sucesos en su contexto temporal. A toro pasado gustará más o menos, pero las cosas eran así.
Hoy estamos en otros tiempos , es impensable y no deseable una acción anticonstitucional similar. Están los cauces legales para resolver los gravísimos problemas que acucian a España, pero no se nota concertada voluntad común para resolverlos. Mas bien parece que cada cual va lo suyo y en esas estamos: sobrepasado el"a España no la conocerá ni la madre que la parió" (A.Guerra dixit).
Mucho se ha escrito sobre el 23 F, verdades, medias verdades, falsedades. También han abundado los silencios. Dicen que el último libro de Jesús Palacios sobre este tema aporta bastante luz, del que Luis María Ansón opina que acierta en un 70% y que el otro 30% lo sabe él. Si es así ¿a qué espera para contarlo?. A la gente ya nada le sorprende ni extraña y la mayor parte de los que por edad no lo vivieron, sencillamente pasan. Lo que proliferan son demasiadas "batallitas" de algunos que estuvieron a verlas venir, esperar el caballo vencedor o simplemente, por puro pasmo, enmudecieron ."Cuidado con Armada, que está metido hasta las cejas", ha declarado, en reciente entrevista, Francisco Laína, sobre la advertencia que le hicieron Sabino Fernández y el propio Rey poco después del asalto al Congreso. Hasta las cejas habían muchos y de diverso pelaje. El 23- F quedó para la historia y lo que a ella puedan aportar los estudiosos de esta disciplina. Quienes algo tengan que decir sobre la pretendida verdad que hablen o callen. El tema está demasiado sobado.
Los que en aquello estuvieron implicados o comprometidos, conocidos o no, acusados o sin cargos, condenados o absueltos, cabe presumir que lo hicieron pensando, equivocadamente, en la personal concepción del bien de España, sin los espurios intereses que tanto hoy abundan. Algunas conmemoraciones de aquella fecha pueden ser mascaradas para encubrir mala conciencia o satisfacer miserables egos.
Por conocer a una persona implicada en el hecho fascinantemente opinado, el cual me merece todos los respectos y consideración, quiero destacar éste último párrafo que se describe magistralmente, con esa intención que siempre debe prevalecer. El interés colectivo, el interés de España.
ResponderEliminar¡Bonito leer cosas desde esa objetividad bien intencionada y menos confusa hacia otras perspectivas!