Según la doctrina del " fruto del árbol envenenado", surgida en Norteamérica en 1920, carece de valor jurídico cualquier prueba incriminatoria obtenida con vulneración de lo establecido por la Ley; de tal modo que dicha prueba inicial, nula de origen, contamina las restantes que puedan derivarse de ella y, por tanto, no tienen validez ante el Juez o Tribunal que ha de juzgar.
Tal doctrina fue extendiéndose y, paulatinamente, asentándose en los países donde rige el Estado de Derecho. La verdad no se puede conseguir a cualquier costa; hay que respetar una serie de formalidades regladas que, cuando se incumplen, producen indefensión y la nulidad de las actuaciones por la vulneración de derechos reconocidos legal o constitucionalmente.
Cuando el fondo del asunto, los hechos imputados, son de imposible o difícil defensa, se recurre a buscar y esgrimir los defectos de forma, apreciándolos el juzgador o los veladores de las garantías constitucionales en unos casos, y en otros no. Si sucede lo primero, especialmente en asuntos graves y escandalosos- asesinatos, tráfico de drogas, corrupción,...-, que conmocionan e indignan a la opinión pública, la generalizada incomprensión está servida; no llegándose a entender, por exclusivo sentido común, que el delincuente, sobre el que se ahorra lo de presunto, se salga de rositas. Y si se trata de un poderoso, influyente o adinerado, la sospecha de apaño, aun sin haberlo, flota en el ambiente.
Pero estas son las reglas del juego del Estado de Derecho, cada vez más garante con el justiciable y en el que no siempre llueve a gusto de todos. Lo que sorprende a estas alturas, con la experiencia acumulada y tanta jurisprudencia dictada al respecto, es que quienes tienen la obligación de conocer y observar las formas, en alguna ocasión se las salten- ¿ ignorancia, negligencia, diferencias de criterios interpretativos,...?-, dejando resquicios para la impunidad. Y, claro, la gente, sin beberlo ni comerlo, se envenena.
No soy partidario de que un delincuente con un delito comprobado se vaya de rositas por defectos de forma.Muchos derechos para los sinvergüenzas y los demás que se aguanten.Acaso habrá que condenar también a quien vulnere la ley para obtener las pruebas,pero quien cometiera un delito tendría que pagarlo.
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