Quieren independizarse del resto de España, y dicen que por cauces " democráticos"- los " suyos"-, obviando la Historia real- distinta a la falsificación que hacen de la de esta una vieja nación- y la legalidad que establece que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español, no en una parte del mismo; lo que intrínsecamente constituye una contradicción. ¿ O acaso es democrático el saltarse a la torera los principios que ponen en riesgo la convivencia entre los propios catalanes, pudiendo llevar a su fractura social-ya se está produciendo- y a una confrontación peligrosa con los demás españoles?
Artur Mas y su comparsa secesionista están jugado irresponsablemente con un peligroso fuego y juego, que si se salen de control pueden causar una chamusquina generalizada. Ayer, con la firma por parte de aquél del Decreto del referéndum soberanista, a efectuar el próximo 9 de Noviembre, ha sido avivado el fuego. Previsiblemente el Tribunal Constitucional suspenda provisionalmente el citado decreto, al admitir a trámite el recurso que presentará el Gobierno; pero si ello sucede, está cantado que la consulta se efectuará con subterfugios que traten de poner a salvo a Mas de la responsabilidad penal. Ya hay previstas alternativas simuladoras de referéndum- incluidas las de diversos ayuntamientos catalanes y las de la ANC- para escenificarlo, y se baraja la posibilidad de que Mas convoque elecciones anticipadas, que sí tienen encaje legal, y que sirvan para reafirmar la voluntad secesionista al plantearlas como un " plebiscito".
El caso es que a esta locura, incubada y consentida durante años- no es el momento de reproches, por tardíos e ineficaces- hay que hacerle frente y neutralizarla de una vez, apoyando las diversas iniciativas y acciones gubernamentales previstas en la legislación; incluso el ejercicio legítimo de la fuerza- el que haga falta- por parte del Estado si fuera menester. A ello están obligados quienes creen en la indisoluble unidad de la Patria- sea el Gobierno, partidos y particulares- y especialmente los que juraron o prometieron la Constitución, aun sabiendo que no se podrá contar con los perjuros y traidores.
No se sabe cómo puede acabar el desafío secesionista, pero pinta muy mal. Si se contuviera a cambio de mayores concesiones, sería una fingida parada momentánea para, después, volver a empezar.
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