En diversas ocasiones nos hemos posicionado a favor de la vida y en contra el aborto. No vamos a insistir sobre ello ni hacernos eco, por ser sobradamente conocida, de la doctrina que al respecto mantiene la Iglesia católica, ni de la opinión sostenida por reputados científicos y filósofos y organizaciones pro vida; coincidentes todas ellas en que hay vida en el embrión del ser humano desde el momento mismo de la concepción y tiene derecho a su desarrollo, que debe salvaguardarse.
El Partido Popular hizo la promesa electoral de reformar la Ley del Aborto, aprobada durante el mandato del gobierno socialista presidido por Zapatero, y al llegar a gobernar encargó un proyecto de ley al efecto, comprometiéndose a aprobarlo y llevarlo al Parlamento, en el que tiene la mayoría absoluta, antes de finalizar este verano. Por filtraciones periodísticas se ha sabido que no va a ser así, en base a posibles razones electorales, y que a va dormir el sueño de los justos en un cajón de la Moncloa. Ha dicho la vicepresidenta, fiel escudera y mano derecha de Rajoy, que por ser un tema sensible hay que intentar conseguir un amplio consenso. O sea, aplazado sine die, porque ese consenso nunca se conseguirá, y defraudados centenares de miles o millones de sus votantes, que creyeron esta fundamentalísima promesa. Por eso se han realizado diversas convocatorias para manifestarse en distintas ciudades, en varias para hoy, a favor de la vida y reclamar al Gobierno que cumpla lo que prometió.
No se justifica lo del consenso, que parece más bien una excusa para encubrir cálculos electorales, cuando de él, si se produjera, sería para mantener el mal actual, segador de vidas inocentes que hay que proteger; sin perjuicio de ayudar a las mujeres que sufren el tormento ante la disyuntiva de abortar, y a las que han decidido que el fruto albergado en su vientre siga viviendo.
Los activistas del aborto jamás votarán al PP, haga lo que haga. Muchos de los contrarios al mismo y partidarios de que se reforme su actual regulación, si no se hace, posiblemente se abstendrán de darle su confianza en las próximos comicios. Esto, que es tan evidente por razones de principios y valores esenciales, no lo ven o no quieren admitirlo ciertos consejeros áulicos. Y es que el no tener aquéllos no significa que otros no los tengan, ni que vayan a seguir votándoles por miedo a un mal peor. ¿ Qué mayor mal puede ocurrir al hecho de negar el derecho a vivir de los indefensos inocentes?.
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