Salen a la calle para cumplir las misiones propias de sus destinos policiales, sea de prevención delincuencial, investigación, información o cualesquiera otras tareas que tienen asignadas. Son vocacionales que no buscan publicidad; su recompensa más preciada es la satisfacción del deber cumplido. De uniforme o de paisano, no se plantean la posibilidad de que, tal vez, no vuelvan a ver a sus familiares, compañeros o amigos, y que no volverán a sus centros de trabajo. Saben que el destino macabro o la guadaña asesina pueden segar sus vidas en el momento menos esperado, pero asumen un potencial riesgo día y noche. Eligieron su profesión como un sacerdocio al servicio de la sociedad, entregando lo mejor de cada uno. Esa es la causa que les motiva. Superan estoicamente las desventuras y agravios, incluso la cicatería del sueldo. La alegría por los éxitos la sienten interiormente, compartiéndola discretamente con camaradería fraternal, y los fracasos les sirven de estímulo para mejorar sus aptitudes, técnicas y procedimientos. Ninguna frustración, desencanto ni dolor frenan su predisposición para seguir en la brecha.
Así era el subinspector del Cuerpo Nacional de Policía Blas Gámez Ortiz, destinado en el grupo de homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Valencia, quien, además de su gran calidad humana, contaba con un brillante historial profesional y el aprecio de sus compañeros y conocidos. Ayer, en el transcurso de la investigación de un homicidio horroroso, cometido en la capital del Turia, fue acuchillado inopinadamente, sin tiempo a reaccionar, por un sospechoso del mismo al que trataba de identificar. En cuestión de segundos falleció “in situ”. Su compañero se vio precisado a disparar y abatir al asesino, en defensa legítima de su colega y suya. Pero, por la gravedad de la mortal herida, nada pudieron hacer por salvar su vida los servicios médicos que se presentaron con prontitud. Poco después se comprobó que el sospechoso inicial era el autor de la muerte y descuartizamiento de un hombre, producida el día anterior, que se estaba investigando.
Blas, has entrado en el libro de oro de los policías muertos en acto de servicio. Se te puede aplicar lo que decimos en la plegaria por nuestros caídos: “...Por la Patria morir fue su destino, querer a España su pasión entera, servir en la Policía su vocación y sino...”
Elevamos preces por su descanso eterno, y expresamos nuestro pésame a su esposa, hijos y a toda la familia policial.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
miércoles, 13 de septiembre de 2017
SUBINSPECTOR BLAS GÁMEZ ORTIZ
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