Pedro Sánchez ha incrementando el número de Ministerios de su Gobierno, los subsiguientes Organismos dependientes de los mismos y propiciando en cascada el aumento de asesores en las Administraciones socialistas. Ha colocado al frente de empresas públicas o participadas a personas que, al igual que con los asesores, su principal o único mérito es haberle apoyado para que alcanzara la Secretaría General del PSOE; es decir: recompensar apoyos y lealtades. Por haber sido sobradamente divulgados los cargos, nombres, curricula y sueldos, no se insiste sobre ello. No obstante, llama la atención que bastantes de los agraciados carezcan de conocimientos y un mínimo de experiencia sobre la función o trabajo que,al menos teóricamente, tienen que desempeñar.
Si lo anterior no implicara el aumento del gasto público, redundara en la celeridad y eficacia de la Administración y se basara en la capacidad y mérito, nada habría que objetar. Los sucesivos gobiernos han hecho siempre uso de su facultad digital para determinados nombramientos, pero el actual ha dejado cortos a los anteriores.
Se conoce que el propagado “ cambio de época “, proclamado por Pedro Sánchez, no contemplaba desterrar los viejos hábitos de contentar a los integrantes de su “ guardia de corps “. Éstos, cuando vengan mal dadas, podrán servir a otro señor y cambiar de bando. Mientras tanto, ya se sabe, a seguir rindiendo pleitesía y chupando del bote.
Cambian los tiempos, pero el caciquismo perdura con otras formas. El remedio para acabar con ello, con la discrecionalidad innecesaria y el nepotismo, pasa por recurrir a los técnicos y funcionarios de carrera. En las diversas áreas de la Administración abundan los que destacan por su valía, profesionalidad y vocación de servicio. Es la asignatura pendiente que deberían plantearse los distintos partidos políticos, y dejar de colocar a los “ amiguetes ” por el solo hecho de serlo.
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