Posiblemente Fernando Grande Marlasca fue un buen juez, pero no da la talla como Ministro del Interior. Se ha posicionado en contra de las concertinas en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla y de la utilización de material antidisturbios para impedir los asaltos masivos de las mismas. Según él “ No son la solución a nada, y lo repetiré cuantas veces sea necesario: tratamos de mantener una frontera en las mismas condiciones de seguridad pero por medios no cruentos ”. Ya está tardando este pozo de ciencia infusa extrajudicial en explicar cómo se puede garantizar la seguridad e impermeabilidad de las fronteras cuando se intenta penetrar ilegal y violentamente en un país extranjero, atacando a las fuerzas de seguridad que tratan de impedirlo.
Seguramente en Mauritania, o en su Ministerio antes de desplazarse allí, le explicarían cómo se atajó en años recientes la llegada de pateras procedentes de aquel país a Canarias: con medidas de colaboración y adiestramiento, pagando además bajo mano a quienes podían obstaculizar e impedir la travesía.
La solución no es hacer plataformas de acogida de inmigrantes ilegales en nuestro país, ni pedir ayuda económica la Unión Europea para los costes de las infraestructuras necesarias, sino evitar las causas de tales desplazamientos, además de los distintos aprovechamientos personales en torno a esa mezcla de negocio y explotación.
Las citadas plataformas deberían instalarse en suelo africano, comprometiéndose la UE a financiarlas, supervisando su correcto y humanitario funcionamiento, además de promover en los países de origen las condiciones de seguridad y vida digna, e implicando en todo ello a las Naciones Unidas y la Unión Africana (UA). Demasiado complejo aunar voluntades e intereses diferentes, ¿ verdad ? Cuando fallan los planteamientos como los citados o similares, sólo queda el “ do ut des “ y la compra de voluntades.
Pese a que Marlasca no ha explicado soluciones concretas( tampoco dependen de él solo ni están en su mano), cabe esperar que no pretenderá que los vigilantes de las fronteras hagan un pasillo de honor y la ola a los asaltantes de las vallas En cualquier caso, puesto que ha dado el salto a la política, tal vez hubiera sido más idóneo como Ministro de Justicia o en un alto cargo de desempeño humanitario.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
viernes, 3 de agosto de 2018
GRANDE MARLASCA : DE JUEZ A MINISTRO
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