El Rey D. Felipe VI, Jefe del Estado, habla 
cuando tiene que hablar, dice lo que debe decir, guarda silencios elocuentes, 
acude allí donde y cuando procede y conviene, teniendo gestos que causan 
admiración. Sin remontarnos a los años anteriores de su reinado, basta fijarnos 
en la agenda de su frenética actividad durante la pandemia, interesándose por 
las consecuencias funestas de la misma e insuflando ánimos y 
esperanza.
Fue educado y formado para lo que tenía que ser 
un día, y lo cumple a la perfección. Ha adecuado la actuación de la Monarquía a 
las exigencias y retos de los nuevos tiempos, siendo un modelo de transparencia, 
honradez, bien hacer y de dedicación al servicio de España y los españoles. Es 
un orgullo tener un Rey así, un verdadero lujo, además del mejor representante 
de España en el exterior, en donde se aprecian sus opiniones y el conocimiento 
que tiene de los problemas y las cuestiones geoestratégicas mundiales. No se 
trata de adularle- no lo necesita ni le gusta-, sino de constatar una realidad 
encomiable. 
“ Como nunca llueve a gusto de todos “, dentro y 
fuera del Gobierno hay quienes se pronuncian en contra de la Monarquía y del 
propio Rey D. Felipe VI, sin que el Presidente Sánchez lo defienda con la 
rotundidad merecida, pareciendo que quiere ningunearle y restarle el 
protagonismo oficial que le corresponde como Jefe del Estado. Pero la inmensa 
mayoría de los españoles está a favor de nuestro monarca y el modo de ejercer su 
alta función. Contrariando al movimiento por la III República- legítima 
aspiración si se canaliza por los cauces constitucionales-, hacemos uso de 
nuestra libertad para gritar ¡ Viva el Rey “, cuya vida y reinado guarde Dios 
muchos años.  
¡Viva! Y ¡VIVA ESPAÑA!
ResponderEliminar