martes, 16 de noviembre de 2021

ADICCIÓN A LAS REDES

Está denunciado y constatado que el uso intensivo y sin control de la redes por parte de los menores es nocivo, llegando incluso a crearles una adicción a ellas, y a contenidos que vician lo que debería ser su normal desarrollo personal, cognitivo, formativo y psico-emocional, traduciéndose en dependencias que, a corto y mediano plazo, podrían condicionar su futuro modo de ser y actuar.  En la inmadurez propia de esas edades no se da el discernimiento adecuado, salvo con la correcta educación instructiva, familiar y docente, para distinguir lo virtual de lo real, lo bueno y adecuado de lo malo e inconveniente. En el periodo de la vida infantil y juvenil influyen también mucho el entorno social, el familiar, las modas conductuales en boga y la calidad de los mensajes que se propagan y reciben.
 
Los mayores tampoco son inmunes a tales influencias perniciosas, pero tienen la capacidad de aceptarlas o rechazarlas según su sistema de valores y principios adquiridos y asumidos. Respecto a sus anteriores posiciones intransigentes o dogmáticas, cuando las han tenido, suelen atemperarlas con el paso de los años y las experiencias adquiridas, volviéndose más flexibles y comprensivos con las faltas ajenas y las opiniones contrarias, sin que ello implique comulgar con ellas. Aun así, se dan casos por todos los lados del dicho “ genio y figura hasta la sepultura “. 
 

No se sabe a ciencia cierta si se producirá el temido “ apagón “. Si tiene lugar, lo afrontaremos de mejor o peor manera a la espera de que finalice. Lo que debemos evitar es el “ apagón “ del alma, que anestesia el espíritu, para poder mantener el sosiego y la lucidez, y ayudar a que la juventud vea la luz que les oriente a ser y hacer un mundo mejor. Desprendámonos al unísono con ellos de las redes destructivas, y tejamos juntos las de la esperanza ilusionada. Los mayores, por ley de vida, estamos destinados a irnos antes. A los jóvenes les queda un largo vuelo. Que les sea propicio para superar con sacrificio y tesón los vientos en contra, que no les faltarán. 

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