lunes, 29 de noviembre de 2021

¿ DÓNDE VAMOS A IR A PARAR ?

La violencia y la agresividad, sean físicas, verbales o psicológicas, y la subsiguiente sensación de desprotección ante ella y de inseguridad son evidentes en la población, sin que sirva de consuelo que en algunos países de nuestro entorno europeo se dan en mayor número en relación a la tasa poblacional y otros factores.

 
Sean cuales sean los motivos que inciden sobre ello, el relativismo y la permisividad imperantes desde hace años han potenciado el instinto de dañar por dañar, el menosprecio al principio de autoridad y la consecución de los fines más abyectos, sin reparar en el mal que se infringe a terceros y a la sociedad. Por supuesto que pueden influir otros factores, como el déficit educacional cívico, que se englobarían en el genérico de una sociedad enferma, desnortada y sin frenos morales; pero el estudio y análisis del conjunto de todos ellos queda reservado para los sociólogos, criminólogos, pedagogos y demás profesionales que se ocupan del comportamiento humano.
 
Sin seguridad no se puede ejercer la libertad. Ambas deben conjugarse y complementarse. Malo y preocupante es cuando la ciudadanía siente que las dos se deterioran y van a peor. Tal problemática, con el añadido de la fragmentación de España, la marginación del castellano en algunas regiones, la falsificación de nuestra Historia, el adoctrinamiento infame de los niños y jóvenes y la inquietante situación política y económica-laboral, hace que la mayoría de la gente se pregunte: ¿ Dónde vamos a ir a parar ?

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