Nunca hubiéramos imaginado que personas tan incapaces llegaran a puestos tan altos y gobernaran la Nación, salvo los escasos y aceptables dirigentes que prestan su función pensando en el bien común y que procuran servir y no ser servidos. Las primeras jamás hubieran destacado en el ámbito privado, pero instaladas en el poder han demostrado ser inutilidades, derrochadoras de los dineros públicos, sectarias y totalitarias, sin que haga falta ponerlas nombre porque son sobradamente conocidas por su izquierdismo radical y populista.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
jueves, 18 de noviembre de 2021
INCAPACES EN LO ALTO
En el Gobierno, además de sobrar ministerios-
suman 23 –, hay dos o tres titulares solventes que, por mal que les pese, están
sometidos a lo que diga su “ señorito “, el presidente, alejado de los
postulados modernos de la social-democracia, que miente más que habla y al que
solo le preocupa mantenerse en el poder, complaciendo a los filoetarras y demás
secesionistas para obtener sus apoyos.
El caso es que hay un malestar generalizado en
amplios sectores de la sociedad por motivos justificados, mas no se traduce en
merecidas y continuadas movilizaciones de protesta, aunque algunas se han
producido y otras están anunciadas. De gobernar las derechas, la toma de las
calles por las izquierdas sería permanente y virulenta, como lo han demostrado
siempre que han estado en la oposición. Como toda paciencia tiene un límite, no
sería de extrañar que el llamado pueblo, cansado de tragar con carros y
carretas, reaccione y muestre su enfado. Si lo hace, que sea pacíficamente. El
castigo más doloroso al Gobierno es desalojarlo democráticamente de la Moncloa
al depositar el voto electoral en las urnas.
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