viernes, 20 de mayo de 2022

¡ BIENVENIDO A ESPAÑA, MAJESTAD !

  

 
 
 
Que la conducta privada del Rey Juan Carlos no haya sido siempre todo lo ejemplar que se esperaba, y haya habido algunas lagunas sobre sus aspectos dinerarios, no merman un ápice el reconocimiento merecido, elogiado repetidamente dentro y fuera de nuestras fronteras. Se desposeyó de los poderes absolutos que le legó Franco; instauró la democracia; fue nuestro mejor embajador, a la vez que medió para que nuestras empresas más punteras se expandieran en el exterior. No hace falta ser más exhaustivo sobre los hitos conseguidos, ya que documentadas plumas y buenas voces se han dedicado a ello.
 
Los que siguen emperrados, presos de un odio infinito sobre la ilustre figura del Rey honorífico, se explayan sectariamente contra él, y así continuarán. Pero su ponzoña tiene mayor alcance. Van contra la Institución de la Monarquía parlamentaria y constitucional, encarnada actualmente en Felipe VI, para restaurar la República de 1931 de tan amargo recuerdo, que fue el detonante de nuestra última y fraticida guerra civil. Sin los desmanes y desgobiernos de aquélla, ésta no hubiera tenido lugar.
 
Hace casi 2 años, Don Juan Carlos fue conminado a abandonar su casa y a alejarse de España, en lo que el Gobierno puso empeño para convencer a Felipe V. El Rey honorífico, aunque no quería hacerlo y era libre para irse o quedarse, aceptó el  “ autoexlilio “ impuesto, para evitar el desgaste de la Monarquía y salvaguardar la figura y la tarea de su hijo, fijando su residencia en Abu Dabi.
 
Ayer regresó a Sanxenxo ( Pontevedra ), con motivo de las regatas que empiezan hoy. Está previsto que el domingo se desplace a Madrid, para reunirse con su hijo, la Reina Sofía y algún familiar más en la Zarzuela. Después, Don Juan Carlos regresará a Abu Dabi, y tiene previsto volver a Sanxenxo en el mes de Junio, con motivo de las regatas mundiales.
 
Muchos de los que le piden explicaciones y disculpas, no se aplican el cuento a sí mismos, cuando tanto ocultan y tienen que callar. El rencor sectario e inmisericorde nubla sus conciencias. Son pirañas que disfrutan dañando, hasta al anciano Rey que camina lentamente con ayuda y apoyándose en un bastón.
 
¡ Bienvenido a España, Majestad!  así como cuantas veces quiera acercarse u opte por residir permanentemente en su país.

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