Que la conducta privada del Rey Juan Carlos no
haya sido siempre todo lo ejemplar que se esperaba, y haya habido algunas
lagunas sobre sus aspectos dinerarios, no merman un ápice el reconocimiento
merecido, elogiado repetidamente dentro y fuera de nuestras fronteras. Se
desposeyó de los poderes absolutos que le legó Franco; instauró la democracia;
fue nuestro mejor embajador, a la vez que medió para que nuestras empresas más
punteras se expandieran en el exterior. No hace falta ser más exhaustivo sobre
los hitos conseguidos, ya que documentadas plumas y buenas voces se han dedicado
a ello.
Los que siguen emperrados, presos de un odio
infinito sobre la ilustre figura del Rey honorífico, se explayan sectariamente
contra él, y así continuarán. Pero su ponzoña
tiene mayor alcance. Van contra la Institución de la Monarquía parlamentaria y
constitucional, encarnada actualmente en Felipe VI, para restaurar la República
de 1931 de tan amargo recuerdo, que fue el detonante de nuestra última y
fraticida guerra civil. Sin los desmanes y desgobiernos de aquélla, ésta no
hubiera tenido lugar.
Hace casi 2 años, Don Juan Carlos fue conminado a
abandonar su casa y a alejarse de España, en lo que el Gobierno puso empeño para
convencer a Felipe V. El Rey honorífico, aunque no quería hacerlo y era libre
para irse o quedarse, aceptó el “ autoexlilio “ impuesto, para evitar el
desgaste de la Monarquía y salvaguardar la figura y la tarea de su hijo, fijando
su residencia en Abu Dabi.
Ayer regresó a Sanxenxo ( Pontevedra ), con
motivo de las regatas que empiezan hoy. Está previsto que el domingo se desplace
a Madrid, para reunirse con su hijo, la Reina Sofía y algún familiar más en la
Zarzuela. Después, Don Juan Carlos regresará a Abu Dabi, y tiene previsto volver a
Sanxenxo en el mes de Junio, con motivo de las regatas mundiales.
Muchos de los que le piden explicaciones y
disculpas, no se aplican el cuento a sí mismos, cuando tanto ocultan y tienen
que callar. El rencor sectario e inmisericorde nubla sus conciencias. Son
pirañas que disfrutan dañando, hasta al anciano Rey que camina lentamente con
ayuda y apoyándose en un bastón.
¡ Bienvenido a España, Majestad! así como cuantas veces quiera acercarse u opte por
residir permanentemente en su país.
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