-Nada le digas, déjate de galanterías.
Ni mires a la mujer que hacia aquí
camina.
-¡ Pero si es una bella doncella !
Al menos un halago fino y cortés,
o quitarme al cruzarnos el sombrero
como se espera de un caballero.
- ¡ Nada, nada !, no sea que te malinterprete.
No sabes si es una radical
feminista,
y en tal caso podría sentirse acosada y
agredida.
- Vale. Cerraré la boca, miraré al
suelo
o elevaré los ojos al cielo.
Pero ella se cimbrea al
andar,
se observa de reojo ante cada
escaparate,
complacida de su esbeltez y
donaire.
-Despagada quedó la mujer.
Para salir a la calle se acicaló,
se puso guapa, la falda larga
primaveral
estampada en azul y blanco,
lamentando que ese par de
bobalicones
no se fijaran en ella.
¿ Serán de agua dulce “ marineros “
?
Ignoraba que al sobrepasarlos, ambos giraron la
vista,
contemplando la belleza andante,
arrepentidos de no haberlo hecho antes
cuando se les acercaba por delante.
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