El televoto del festival de Eurovisión determinó la pasada noche que la actuación de la representación ucraniana fuera la ganadora. Se obviaron los gustos y las preferencias artístico-musicales, primando la solidaridad con el país invadido por Putin y la crueldad de la guerra anexionista desatada por él.
El común del pueblo ruso desconoce la tragedia
bélica en Ucrania y sus consecuencias inhumanas, debido a la férrea censura
mediática y la desinformación impuestas por el Kremlin. Así se las gasta el
sátrapa y psicópata Putin, que reprime, encarcela o elimina a sus discrepantes y
es capaz de extender el conflicto armado al resto de Europa, con el riesgo nada
desdeñable, si ello se produjera, de provocar una guerra mundial.
Hay que pararle los pies y ofrecerle una salida
medianamente airosa. Esto sólo lo pueden hacer los oligarcas rusos y sus
jerarcas militares, que aún no han sido purgados o “ suicidados “, además de una
mayor y decisiva implicación disuasoria de China. Los ucranianos resisten
heroicamente, recuperan algunos terrenos que les fueron arrebatados por el
invasor. Mariupol y la Acería son dos de los múltiples ejemplos que pasarán a la
Historia, como símbolos del sacrificio hasta morir por el amor a la
Patria.
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