A raíz de que el ministro de la 
Presidencia Félix Bolaños, comunicara ayer, en una rueda de prensa repentina y 
en día festivo, que su presidente Pedro Sánchez y la ministra de Defensa 
Margarita Robles, fueron espiados hace un año mediante el “ hackeo “ de sus 
móviles, y a través del programa “ Pegasus “ por servicios externos 
desconocidos, se han desatado todo tipo de especulaciones al respecto, en las 
que no vamos a entrar por ser un terreno resbaladizo.
El espionaje entre Estados, 
amigos o no, se da por supuesto, siendo diferentes las motivaciones, los 
objetivos y los fines perseguidos. No hay que escandalizarse por ello, sino 
tratar de prevenirlo, detectarlo a tiempo y minimizar sus efectos, ya que la 
seguridad total, como en tantas otras cosas de la vida, no existe.
De un modo u otro, al 
utilizar las redes y la telefonía móvil se almacenan nuestros datos, se puede 
penetrar en nuestras intimidades y en multitud de aspectos más, siendo todos 
conscientes de ello y potencialmente “ espiados  “. Es el precio a pagar con el 
desarrollo imparable de las nuevas tecnologías y su uso generalizado. Pero lo 
más preocupante e inevitable es el auténtico espionaje en contra de los 
intereses del Estado concernido. El mejor espía es el que no es conocido, ni 
deja rastro de las actividades que ejerce ni pueden 
atribuírsele. Las novelas e historias sobre ellos son atrayentes, pero suelen 
quedarse cortas con la realidad, máximo en los casos de los espías dobles, 
triples o cuádruples, que los ha habido y los hay.
Los que pertenecemos al 
común de los mortales sólo somos escudriñados; lo sabemos o intuimos y lo 
aceptamos, aunque no nos guste. Para figurar entre los candidatos a espiar de 
verdad, tienes que ser una destacada e importante personalidad en cualquiera de 
las facetas de la vida política y social. El resto, que conformamos la mayoría, 
somos unos “ Don nadie “. Sólo podremos ser susceptibles de atenta y especial 
observación si delinquimos o nos proponemos hacerlo. Así que tranquilos y a 
portarse bien.
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