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aniversario del secuestro y posterior ejecución por ETA
del
joven Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua,
en
donde habrá mañana un acto oficial
en
memoria de él y contra la criminal atrocidad cometida.
La
villanía, sin calificativos suficientes,
conmocionó a toda España, salió la gente a las calles,
mares
de pacíficas manos alzadas en blanco,
expresiones de rabia y dolor tantos años contenidas.
Fue el
principio del fin de la terrorista banda,
derrotada años después por el empeño policial,
judicial y la colaboración internacional.
Si en
aquellos fatídicos días
el
Gobierno de Aznar no cedió al chantaje etarra,
que
exigía beneficios inasumibles para sus presos,
conocedor, además , de que la sentencia de muerte
contra
Miguel Ángel estaba dictada.
Con
Pedro Sánchez, actual presidente,
se
forzó indignamente la marcha atrás.
Pacta
con BILDU, consanguínea de ETA, convirtiéndose en su rehén
y la
que marca, “ domus sua “, sus pretensiones en la agenda
gubernamental.
En
vista de ello, es comprensible la inasistencia
de la
AVT y Dignidad y Justicia al acto de mañana,
presidido por el Rey, a quien agradecen su constante y firme
apoyo.
Pero
tragar con la presencia de Sánchez y su impostura
es “
demasié “.
O se
está con los buenos o los malos.
Con la
memoria de Miguel Ángel y las demás víctimas de ETA.
Con los los
verdugos o con los blanqueadores de ésta.
Cinismo e hipocresía es querer estar con los tres a la
vez.
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