España sangra, apuñalada por manos
alevosas.
El Gobierno, en vez de parar la
hemorragia
y curar sus heridas,
las hurga con manos infectas,
gangrenándolas por falta de asepsia,
indiferente ante la Patria
maltrecha.
Por la otrora Nación gloriosa,
hay sollozos contenidos,
lamentos y plañidos a raudales,
plegarias por su sanación.
Está agonizante.
Pese a las diabólicas fuerzas,
concertadas en tu contra,
empeñadas en enterrarte,
resurgirás de tu letal postración.
No eres propensa a rendirte,
ni darás el último suspiro.
Tus cruzados, listos para salvarte,
aunque guardan el impuesto silencio,
cierran filas en torno a ti,
no tolerarán que tu larga agonía
acabe con desenlace fatal.
El patriota pueblo llano,
de por sí muy paciente,
se desprenderá de su aparente
apatía,
gritando con gallardo brío:
¡ No permito que te humillen y sangren
más,
amada Patria mía !
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