Los comunicados oficiales hacen
dudar a los escuchantes.
Una cosa es lo que se dice,
y otra lo que subyace detrás.
Cuando por norma hay
discursos diferentes y declaraciones
contrapuestas,
el común sensato debe aparcar
sus conclusiones, salvo casos de
contrastadas evidencias y pese
a la particular simpatía política.
El veredicto final se dará con el paso del
tiempo,
mas a todos no contentará.
Hay posiciones personales
partidistas
e ideológicas, ciegas a lo que no es “ su verdad
“.
Aferrarse a ello, al “ sostenella y no enmendalla
“,
es una aproximación a determinados postulados de
las
“ sectas destructivas “, que se
adueñan
de las mentes ajenas, perturbando
el libre discernimiento y sembrando
el fanatismo oscurantista.
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