Pedro Sánchez, embustero
y bulero, se vale de sus voceros
para que hablen por él.
Sólo se explaya en mítines,
con audiencia “ sanchista “,
arrojando barro a quienes
considera enemigos, en vez de
adversarios.
Su prepotencia y amoralidad
le llevan a colegir que sus deseos son
ley.
Para que no haya duda de ello,
deshace
lo legislado que no le conviene;
promueve para altos cargos
judiciales y constitucionales
a sus adictos, impelidos a obedecer.
No duda en cesar y relevar a sus
mamporreros, cuyas fechorías,
impulsadas o consentidas por él,
se le acercan, le salpican
o le comprometen demasiado.
Tiene en el punto de mira a los que
investigan a su esposa y hermano.
Con cambalaches y lo que haya de
menester,
la impunidad prevalecerá sobre
la eventual responsabilidad penal;
en ello tiene puestas su confianza y
esperanza.
Las investigaciones de la UCO
“ Le traen a mal llevar “.
Éstos son trazos parciales del
perfil
autócrata del Presidente del Gobierno,
imán
de los males de la Nación que, en
mala hora y nefastas compañías,
ha subvertido las reglas de la
Democracia,
emulando a la dictadura venezolana.