miércoles, 20 de octubre de 2010

VISITA A GIBRALTAR

 

El peñón sigue en su sitio, extendiendo sus tentáculos en continuada ocupación de las aguas españolas, sepultadas bajo capas de escombros, tierra, piedra , arena , hormigón...y ganando espacio al mar en descarado latrocinio que, astuto, copular quiere en trío, profanando el apasionado beso del Océano  con la mediterránea mar. Los monos, monas y crías, sobre unos trescientos en total dicen que quedan; los que están en los más alto, tranquilos; los de zona intermedia son de otro cantar. Algún aislado espécimen humano se puede divisar, sobreviniendo la duda si hombre fue capaz de una mona mancillar.

Los llanitos satisfechos de lo que son, llanitos.; ni británicos ni españoles. Gozan de la protección, asistencia y ventajas del pasaporte británico; muestran simpatía  y vecinal arraigo con lo español; su “nación” es Gibraltar, su corazón tiene dos quereres, pero piden que los dejen estar como están, con su status quo. Viven y se sienten privilegiados con las dos amantes; chupar de una, gozar con la otra, Que celosas peleen entre ellas, sin que la sangre corra al río, pero que no les desmonten el tinglado. Viven demasiado bien y la complicidad del silencio y muchas vendas en los ojos les garantiza el pequeño paraíso.

Los linenses especialmente y otros del campo de Gibraltar, que en en el peñón-ciudad trabajan u obtienen beneficios directos o indirectos, opinan que siga la cosa cual está, máxime cuando garantiza miles  puestos de trabajo que en otro caso engrosarían las listas del paro en España. Con los que hubo ocasión de hablar( camareros, dependientes y obreros principalmente) si pudieran se naturalizarían gibraltareños por las muchas ventajas y con ZP, gobernando en España, por razones añadidas. Aplican la máxima: " Primum vivere, deinde philosophare"

Unos y otros dicen que el problema lo crean los políticos, que entre ellos se da la buena convivencia y parentela. Todos conocen los "trapicheos" de diferente clase que se dan, pero no responden o desvían la  conversación ante las ingenuas preguntas del despistado visitante.

Un extrovertido y setentón inglés John inicia conversación en la barra de un pub ,habla de su mujer linense, hijos y nietos; continúa con el tratado de Utrecht y diferentes interpretaciones- "barriendo para su casa" como es de esperar-; de los negocios "fachada" de hebreos e indios que explotan numerosas tiendas ,encubriendo el real y rentable de importación-exportación cual cabeza de puente hacia países de la UE; de las logias masónicas que allí funcionaban y su  rechazo a la invitación para ingresar en una de ellas,... Sentado en el taburete no le era suficiente compañía la copa que bebía y le vino de perlas que un turista y su "crecido hijo" ocuparan las contiguas banquetas y pidieran al llanito  que atendía la barra, cuyo rostro tenía la color sonrosada de la Rioja entera, sendas consumiciones. Curioso tipo el tal John, extrovertido, pero que también sabía preguntar para averiguar algo sobre su interlocutor. El poco tiempo disponible no dio para más a ninguno de los dos, aunque era fácil intuirse recíprocamente.

Por comodidad cruzas a pie la frontera, vuelves a la Línea, te paras, giras y elevas la vista hacia lo alto del peñón desde donde, horas antes, presenciando el paulatino robo de tierras y aguas españolas, fruto de una larga política británica de hechos consumados, aprovechando periodos de debilidad española, se sintió uno mal ante lo que puede ser un irreversible hecho fatal. Acertó Franco cuando dijo " Gibraltar no vale una guerra", se equivocó al pronosticar que " con el tiempo caerá como una fruta madura del árbol"

Esto es lo que ha dado de si una fugaz visita a Gibraltar. Quedan las últimas palabras de John:" Las fronteras enriquecen en todo el mundo a las respectivas ciudades fronterizas"; si , es posible, pero a costa de qué y quiénes salen ganando siempre por encima de los vecinos de a pie. De momento miles de vehículos pasan por la Línea para entrar en Gibraltar que, cual pequeña Andorra, se queda con las ganancias y la Línea con los humos y atascos.

Los vehículos, por razones prácticas, circulan en Gibraltar por la derecha y una visible pulsera con los colores rojo y gualda, en humilde gesto testimonial, acompañó el paseo por su calles

1 comentario:

  1. Brillante descripción narrativa de tan efímero momento, según indicas.

    ¡Tener el Don de poder resumir acertadamente se antoja especial!

    Conocí el Peñon de Gibraltar hace años, y ya me pareció a mi también que no era sólo un Peñon, así que lo revivo y suscribo tal y como lo expresas.

    ResponderEliminar