Mañana, cuando suene la última campanada que anuncia la entrada en el año 2015, se repetirán los buenos deseos de rigor con ¡ Feliz Año Nuevo ! Ojalá fuera así para todos y en todo el mundo; que no hubiera desgracias, injusticias ni enfrentamientos; pero la vida seguirá con sus desdichas y alegrías, alternándose y repartiéndose de manera desigual.
La felicidad absoluta no se da en la Tierra; podemos beber parciales y temporales sorbitos de ella, pero nunca, ni siquiera los considerados como afortunados por diversos motivos pueden gozarla en su plenitud. La felicidad es una aspiración que cada cual mide con distintos parámetros. Lo más que puede aproximarse a ella es estar en paz con uno mismo y con los demás. Para los creyentes, pese a las dificultades propias del devenir humano, se complementa con el intento diario de estar en paz con Dios. Sólo Él reconforta, alivia las penurias del alma y da sentido trascendente a la vida, que es un mero pasar para prepararnos al encuentro definitivo con el Padre amantísimo y piadoso, fuente de la felicidad celestial.
Con todo, que 2015 sea lo más propicio posible para todos. Con ese deseo démonos el beso o el abrazo al darle la bienvenida con ilusionada esperanza y brindando con una copa de cava o de sidra, sin olvidarnos de los que en esa noche cuidan de nosotros, de los hospitalizados, los presos, los sin techo, de los que " se fueron", de los españoles repartidos por el mundo- los emigrantes, los que están en zonas conflictivas o depauperadas, como los soldados, misioneros, integrantes de organizaciones humanitarias y solidarias... - Metidos en el jolgorio, dentro o fuera de casa, siempre hay un momento para acordarnos de ellos y desearles lo mejor.
¡ FELIZ AÑO NUEVO !