jueves, 4 de diciembre de 2014

VIOLENCIA EN EL FUTBOL.

 

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Habría que oír a los expertos en psicología social para entender el fenómeno de la violencia relacionada con los hinchas exaltados del futbol. No hace falta ser un especialista en la materia para intentar una aproximación al problema, que se puede esbozar con consideraciones del siguiente tenor:

  1ª. Es una manifestación especifica de la violencia verbal y física que se produce en la sociedad.

  2ª. Los "ultras" que la protagonizan, ya se califiquen de extrema izquierda o derecha, se mueven por impulsos destructivos contra sí, los contrarios y las normas que rigen la pacífica convivencia. Forman parte de grupos permanentemente insatisfechos, que buscan en la violencia dar rienda suelta a sus frustraciones,  desequilibrios de personalidad, exteriorizar y reafirmarse en su personal " yo".

  3ª. Buscan el enfrentamiento sin reparar en las consecuencias. Para ellos lo importante es provocar, responder a las incitaciones de los adversarios, demostrar su "superioridad y valentía" y ampararse en la relativa impunidad que esperan encontrar en la confusión del barullo y la masa. El odio prevalece sobre la normal rivalidad de las aficiones.

   4ª. Su táctica es localizar el objetivo, golpear y salir corriendo; deshaciéndose del camuflaje y los objetos contundentes, que les pueden comprometer, al atisbar la presencia o llegada policial.

   5ª. En los respectivos grupos, mas bien pandillas, hay un fuerte componente de camaradería y emulación de los "líderes" más destacados.

   6ª. No hubieran proliferado tanto sin los apoyos y deferencias recibidos por parte de determinados clubs.

Como colofón a estas consideraciones, todas a vuela pluma y susceptibles de ser matizadas, ampliadas e, incluso, rebatidas por los estudiosos de esta problemática, parece evidente que en los hinchas violentos hay un gran déficit educacional en civismo y valores, sin descartar posibles anomalías psíquicas.

En todo caso son manifestaciones de sociedades enfermas. No basta con denunciarlas, hay que extirparlas. Quienes sepan cómo hacerlo y quieran implicarse en la solución, tienen un difícil y complejo reto. Lo que no valen son los simples parches.

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