La opinión pública sobre personas y acontecimientos viene, en gran parte, determinada por el sesgo de lo publicado y la predisposición personal para aceptar uno u otro punto de vista de los expuestos. De este modo, se tiende a asociar algunos hechos como incuestionables con la información y comentarios que sobre ellos se reciben, cuando a veces están tergiversados o son de conocimiento parcial. Sólo los avezados en esta problemática, si actúan honestamente, suelen pronunciarse con cautela.
Los derechos a informar y opinar no deben ser objeto de censura, pero tampoco pueden servir como escudo protector para lanzar falsedades e infamias, ni hacer un malintencionado juego malabar de medias verdades; como tampoco para escenificar chanzas vejatorias y presuntamente humorísticas, en ciertas televisiones, para el consumo público y aumentar las cotas de audiencia.
El periodismo solvente, en cualquiera de sus actividades, se ejerce desde la responsabilidad. Los bufones y manipuladores no entran en esa categoría: denigran tan digna profesión.
Es un interesante artículo para reflexionar. Es verdad que el que ejerce el periodismo tienen que tener como principio la responsabilidad del alcance de lo que su opinión pueda significar y repercutir. Bea ( Periodista )
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