miércoles, 10 de diciembre de 2014

PESIMISMO Y ESPERANZA.

 

Dadas las turbulencias violentas, partidistas, intestinas y cainitas que se dieron en España durante los siglos XVIII,XIX y las primeras décadas del XX- culminadas en la guerra civil 1936-1939, ¿ qué ocurriría en un futuro próximo si el país llegara a ser ingobernable; si campase a sus anchas un nuevo FRENTE POPULAR que aniquilase las libertades, fomentase la persecución o el ostracismo del discrepante por razones ideológicas; si provocase la hecatombe económica y favoreciese la culminación del secesionismo ?

La inquietante pregunta, que de un modo u otro va circulando en diferentes ámbitos, no tiene fácil respuesta; pero no deja de preocupar por las experiencias históricas citadas. Aunque hay sectores que opinan que un mundo globalizado e interdependiente y la Unión Europea no permitirían que las aguas se salieran de madre- ayudando a recuperar el equilibrio, la seguridad y la estabilidad perdidas-, lo cierto es que el problema creado lo tendríamos que resolver los propios españoles, dando los necesarios pasos para la salvación nacional mediante procedimientos legales y democráticos. Las ayudas exteriores podrían complementarlos.

Aunque resulta improbable que se reprodujera un escenario como el de antaño- las circunstancias actuales no son extrapolables a las de entonces-, más vale prevenir que curar. Para despejar temores e hipótesis pesimistas, convendría que prevaleciera el sentido común en la gente y los políticos dejasen de barrer exclusivamente para sus respectivas " casas". Esto y el espíritu reconciliador es lo que primó en la Transición, que abrió las puertas a la democracia. No las cerremos a la esperanza; ahora bien, sin bajar la guardia ante el separatismo beligerante y la extrema izquierda demagógica y populista.

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