sábado, 30 de mayo de 2015

CARAM Y FORCADES: PERDIGONAZOS SUELTOS

Sin su condición de monjas, Lucía Caram y Teresa Forcades serían dos mujeres más de las que se dedican al llamativo activismo político "rompedor" y desconcertante, pero ambas, desde hace tiempo, mantienen postulados en contradicción a la observancia que les es exigible como pertenecientes a órdenes religiosas monásticas de la Iglesia católica. A las dos, asiduas a los platós televisivos, les ha leído la cartilla la jerarquía eclesiástica, pero siguen en sus trece. La primera, en maridaje con los postulados nacional-separatistas de Artur Mas y látigo inmisericorde de los que no piensan como ella; la segunda, de verbo más sosegado y cultivado, y manteniendo algunas posiciones contrarias a la doctrina mantenida por la Iglesia- por ejemplo, sobre el aborto-, parece que va a colgar los hábitos para integrarse en una plataforma por la independencia de Cataluña. Su particular visión y vivencia del catolicismo lo llevan a acomodarlo exclusivamente a su sentir heterodoxo en bastantes aspectos, a salvo del compromiso compartido con la Iglesia en favor de los más necesitados y poco más. Innovadoras rebeldes, " hacen de su capa- léase hábito- un sayo", dando a entender que, si pudieran, competirían entre sí para ser papisas. Reciben el aplauso de sus conmilitones ideológicos, provocando el escándalo de los fieles a la Iglesia y su catolicidad, que esperan de las monjas el comportamiento con el que se comprometieron al ingresar libremente en el convento y profesar los votos. Una cura de ponderación, humildad y caridad cristiana con todos no les vendría mal. Ambiente adecuado para ello es el recogimiento y el " ora et labora" que se respira tras los muros del monasterio, aunque también se puede hacer y se hace desde la vocación y actividad misionera de la Iglesia. Del mismo modo pueden optar por la exclaustración y solicitar la dispensa o revocación de sus votos. Son libres de inclinarse por alguna de las diferentes vías; amplio es el abanico de posibilidades, y en el mundo de los laicos sobran opciones para dedicarse a la militancia política e, incluso, para hacer el bien las almas desprendidas. Pero " dejen de marear la perdiz". Bastante revuelta anda la cosa como para, encima, librarse de los perdigonazos sueltos provenientes del cenobio.

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