Si algo parece claro a estas alturas es la exhibición de voluntad regeneradora. En la extrema izquierda se enarbola como pretexto para saciar sus ansias de revancha- maceradas por el odio visceral- y dar un vuelco total al sistema constitucional vigente; mientras que en la derecha e izquierda civilizadas, aparte de las también legítimas aspiraciones para continuar o conseguir el poder, resulta más creíble el deseo de regeneracionismo democrático. La diferencia entre aquellas y estas concepciones políticas radica en los medios utilizados y la finalidad perseguida en orden al bien común o general: la imposición del totalitarismo liberticida o, matices ideológicos aparte, la consecución de una convivencia pacífica en libertad, progreso y justa solidaridad.
En la recta final de la actual campaña electoral se ha visto de todo- mas lo que queda por aguantar-, desde discursos incendiarios e injustas criminalizaciones generalizadas hasta las menos virulentas y consabidas sobreactuaciones " mitineras", y como suele ocurrir la ira y la descalificación se vienen centrando, en especial, contra el que ostenta mayoritariamente el poder autonómico, local e incluso el central: el Partido Popular, al que se presenta falazmente como culpable de todos los males. Igualmente resulta revelador que diferentes ataques- agresiones verbales, amenazas y conatos de violencia física- hayan tenido, casi exclusivamente y como diana, a algunos destacados candidatos de esta formación política, mayormente protagonizados cuando más radical es la formación "izquierdosa" del tirador al blanco.
El próximo domingo, día veinticuatro, hablarán las urnas. Del resultado dependerá si se elige un salto en el vacio- a un futuro insostenible de difícil retorno-, o se ha optado por la estabilidad que garantizan la prudencia y el sentido común. En gran parte lo determinarán los acuerdos que empezarán al día siguiente. Bajado el telón, seguirá la expectante tensión por lo que se cueza entre bambalinas; aunque algunos, sin disfrazarse o pese a máscaras cambiantes, ya están tramando el concubinato político circunstancial, aun sabiendo que puede acabar como el " rosario de la aurora ".
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