Los “ Papeles
de Panamá “ ponen nombre a ricos y fortunas que se mueven en los círculos opacos
financieros de los llamados “ paraísos fiscales”. En la lista aparecen
miles de personas de diversa condición, profesión y de nacionalidad
distintas, que son o se les supone adinerados en mayor o menor grado; vamos, que tienen el riñón bien cubierto. No habría, en principio, nada que objetar a ello si se hubieran declarado y cumplido las obligaciones con las agencias tributarias concernientes y el origen dinerario no es de procedencia ilícita.
distintas, que son o se les supone adinerados en mayor o menor grado; vamos, que tienen el riñón bien cubierto. No habría, en principio, nada que objetar a ello si se hubieran declarado y cumplido las obligaciones con las agencias tributarias concernientes y el origen dinerario no es de procedencia ilícita.
Pero, de
entrada, no suena ni huele bien tener desperdigado el “ parné” por y en esos
laberintos oscuros, salvo que lo aconsejen la eficacia, la agilidad y la praxis
legal de ciertos proyectos y actividades que trascienden del
ámbito nacional, lo que es cada vez más frecuente en un mundo globalizado e
interdependiente.
Lo evidente es
que, aquí y entre nosotros, el común no tiene ocasión ni necesidad de buscar
esos “ cielos”. Bastante hace con procurarse el pan de cada día y, a trancas y
barrancas, intentar llegar a final de mes.
“Hacienda
somos todos” dice el eslogan recaudatorio. Pero aquí pasan por
taquilla los de siempre: los que no pueden, no saben o no quieren
escabullirse. Para los otros, los defraudadores, siempre hay una
vía de escape, sea en Panamá, en otro refugio fiscal o echando mano de alguna de
las restantes martingalas.
Con
todo conviene diferenciar y no meter a todos en el mismo saco. En la lista, como
ocurre tantas veces,” ni están todos lo que son, ni son todos los que están”. El
tiempo y las comprobaciones dirán. Pero de momento, los “ Papeles de Panamá” han
puesto bajo sospecha a algunos que estaban considerados “ libres de polvo y
paja”, y han registrado una escandalera más. Hasta la próxima.
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