En la noche de
26 de Junio se conocerá el resultado de la pelea de gallos del palanque
electoral. Ya se verá si alguno se alza con la victoria, aunque los unos dirán
que han ganado por puntos y los otros se esforzarán por justificar los picotazos
sufridos. Tal como se cruzan las apuestas-sondeos-, no habrá un vencedor
indiscutible que por sí solo sea el amo del corral.
Los
enfrentados peleones tienen diversos colores, pero hasta los recién pintados ya
están desteñidos. De las mezcolanzas híbridas que se intenten hacer no surgirá
el arco iris que anuncia el fin de la tormenta. Andan preocupados en hacer
aliados de compromiso para arañar al resto de los contendientes y, sobre todo,
para atrapar con sus garras y desplumar a lo que creen ave, sea gaviota o
charrán, cuando resulta que igualmente es un gallo y, como tal, también tiene
espolones.
El público,
como ya ha visto el espectáculo que se repite, desea que finalice pronto, le devuelvan el importe de la entrada y salir del palenque para respirar aire
puro. Pero mira al cielo y sólo ve nubarrones.
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