No, no es
culpa de Otegi ser invitado a hablar en el parlamento catalán- ya lo hizo antes
en el europeo-, sino de los que tuvieron con él esa “ gentileza” horrorosa, los
que le abrieron las puertas y los que desoyeron las voces en contra de tamaña
provocación, burla y afrenta.
Pablo
Iglesias, líder de Podemos, definió a este sujeto como “ un hombre de paz",
cuando Otegi rezuma el hedor del terrorista. Es uno más de los muchos de la
banda asesina etarra- la del hacha y la serpiente-, inactiva desde hace un
tiempo por la acción policial, judicial y la colaboración preferente francesa-
tardía, pero bienvenida-, que no se arrepiente de su pasado siniestro ni pide
perdón a las víctimas por el dolor y el daño infligidos.
La extrema
izquierda populista y los independentistas siempre han idealizado el terrorismo
de ETA. Es lógico, conforme a su esquema mental esquizofrénico, que ahora, y
con la perversión del poder que tienen en las Instituciones, cedan micro y
tribuna a los que empuñaron las pistolas. Es lo que ha ocurrido hoy en Barcelona, a un mes del aniversario de un recuerdo
desolador: la masacre en el hipercor perpetrada el 19-06-1987 con el desenlace
de 21 personas muertas y 45 heridas.
La invitación
a Otegi partió de la CUP y contó con la complacencia de “ Junts pel Sí “ y de "
Barcelona en Comú". Todos ellos hablan de derechos humanos, dicen ser la voz del
pueblo y defender la paz; pero pertenecen a esa camada que esgrime aquéllos
según les interesa, ahogan a los discrepantes y son anfitriones de los verdugos
amigos. Escarnio y burla a las víctimas del terrorismo y a toda persona de
bien.
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