EXTREMISMOS

La duda acompaña al hombre en su andadura por la vida. Incluso las creencias y descreencias tienen sus momentos de penumbras y cavilaciones, y es lógico que sea así cuando se pretende captar y comprender por raciocinio elemental lo que no es materialmente demostrable. Sólo los extremismos o fundamentalismos- religiosos, políticos y, en suma, de ideología- mantienen posturas intransigentes permanentes en defensa ciega de sus posiciones y anatemizando las contrarias.

La constatación de la realidad, en base a las experiencias y a los relatos históricos objetivos, permiten enjuiciar y rechazar sistemas, regímenes y comportamientos intrínsecamente perversos para la Humanidad. Pero esto no es aceptado por el fanatismo y las doctrinas que los alimentan; llegándose, "verbi gratia", a negar el holocausto nazi o a obviar, como si no hubiera existido, el número mucho mayor de víctimas que causó el comunismo soviético.

No debería haber dudas sobre la peligrosidad de los epígonos actuales de fórmulas políticas que tanto daño han causado y causan a las sociedades; pero demasiados- por buena fe, ignorancia o resentimiento- se inclinan a su favor, desoyendo las advertencias de los gravísimos perjuicios- constatados y por millones irreparables- que han originado y se suceden allí donde se han impuesto.

Aquí tenemos a un sector de tales émulos al descubierto y en avance preocupante, hipnotizando a los incautos con las soflamas neocomunistas y bolivarianas. El otro sector, calificado genéricamente como ultraderecha, no tiene especial relevancia por ahora; pero podría engordar por reacción al anterior. Queda dicho, una vez más, para los que alberguen alguna duda.