La preocupación prioritaria por el llamado “ problema catalán “, que parece irresoluble , hace que no se preste la atención suficiente a los que se dan en la Comunidad Valenciana y en la Balear, cuyos gobiernos autonómicos actúan como epígonos del catalán. El mismo seguidismo se produce en los ayuntamientos de aquellas capitales de provincia y otros municipios, gobernados por las izquierdas y otras formaciones, en solitario o conjuntamente, e identificadas todas con el pancatalanismo.
En el ámbito geográfico-cultural ( léase falsificación histórica ), el idiomático ( inmersión lingüística en catalán, destierro del castellano o español y todo tipo de dificultades para usarlo en las relaciones con las administraciones aludidas ), así como el rechazo a la Monarquía por los sectores radicalizados más fanáticos, es donde se evidencia ostensiblemente tal emulación. Además, parecen competir los citados seguidores, en sus áreas públicas de influencia y decisión, para llevar a cabo iniciativas caprichosas y provocadoras.
Con el dinero de todos los españoles, y consentido durante años por diversos Gobiernos centrales, desde Barcelona se han ido expandiendo las ideas nacionalistas pancatalanistas, comprando voluntades y remunerando adhesiones. Al contrario que Roma, aquí sí que se paga a los traidores desde varios ámbitos públicos y privados
Centrándonos por hoy en Valencia, también hubo y hay traidores. Unas cuantas entidades culturales han sido regadas con decenas de millones de Euros procedentes de Cataluña. Y lo más sorprendente es que también reciben subvenciones de la Generalitat, Diputación y Ayuntamiento de Valencia. ¡ Todo sea por “ Els països catalans “!
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