Son de admirar los jóvenes que, para costearse total o parcialmente los estudios, los compaginan con una actividad laboral, sea ésta diaria, ocasional o cuando les surge la oportunidad. Es gente responsable, que en la mayoría de los casos quiere aliviar la carga económica que suponen sus estudios para los padres. Trabajos bastante recurrentes, aunque no exclusivos, se ejercen en el ramo de la hostelería, impartiendo clases particulares, el cuidado de niños, la asistencia a personas mayores que precisan de ayuda,etc.
Situaciones diferentes, pero dignas de elogio, son las de aquellos que teniendo un empleo estable optan por ampliar su formación cultural, a base también de renuncias y esfuerzos.
Lo expuesto viene a cuento de que con frecuencia e injustamente, se generaliza peyorativamente a la juventud. No todos son “ ninis “ alocados o libertinos, aunque se llega a un número preocupante de casos. Sin embargo, son muchísimos más los que se guían por comportamientos distintos: responsabilidad, solidaridad, afán de superación, bondad y prudencia. Estos últimos son los que merecen nuestro reconocimiento.
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