El pintor de la luz, Joaquín Sorolla, plasmó en lienzo “ Triste herencia “. Francisco de Goya coloreó con tremendismo “ los fusilamientos del 2 de Mayo “. El paso del día soleado a la noche oscura es cuestión de horas; el de la vida a la muerte no tiene tasado el tiempo, aunque se puede predecir con aproximación, salvo imprevistos, basándose en la gravedad extrema que sufre el paciente.
De seguir las cosas como están, la unidad de la Nación española está en peligro y parece condenada a entrar en capilla. Ya se está conformándose el piquete del posible y futuro fusilamiento, siendo Pedro Sánchez el encargado de reclutarlo. Mientras tanto, los prohombres del socialismo sanchista y sus barones territoriales miran para otra parte, a la vez que preparan la jofaina con agua para lavarse la manos, llegado el caso, y como hizo Pilatos. No se guían por la luz; prefieren cerrar los ojos para adentrarse en la oscuridad. Por supuesto, de consumarse la felonía, ninguno cogerá la soga para ir al encuentro del árbol del ahorcado.
Urge plantar cara y levantar la voz para que España no reciba tristes legados ni acabe en el paredón.
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