La Iglesia católica da siempre lo mejor de sí. Se visualiza más porque nos toca de cerca desde el inicio de la pandemia, a través de sus consagrados, sus voluntarios y organizaciones vinculadas a la misma. Es la Iglesia militante, que sigue el ejemplo y las palabras de Jesucristo, siempre próxima a los enfermos y a los más desvalidos, prestándoles el auxilio espiritual, paliando sus necesidades materiales dentro de sus limitadas posibilidades y llevándoles el aliento fraterno de la Esperanza. Iglesia que predica y ejerce el Amor y la Caridad sin reservas, asumiendo riesgos, incomprensiones y a menudo persecuciones.
Nada pide para sí. Reclama agradecimiento para el personal médico-sanitario y los demás colectivos que trabajan manteniendo los servicios esenciales, al propio tiempo que implora el auxilio divino para ellos; reza para que las autoridades acierten y exhorta a guardar el confinamiento decretado por éstas.
Por ti, Iglesia misionera, que acudiste a la llamada de Dios para servir a los demás, vayan también las oraciones y los aplausos humanos. ¡ Gracias por todo lo que haces y por tus palabras y celebraciones eucarísticas ! que nos llegan a través de algunos medios audio-visuales durante el Estado de alarma.
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