Quieres recibir el sacramento de tu primera Comunión.
Cuando llegue ese día, será una fecha muy feliz para ti, que siempre recordarás.
Jesús, convertido en pan y vino, entrará en tu corazón para alimentarte
espiritualmente y anidar en tu alma. Confía siempre en Él y haz Su
voluntad.
En el evangelio de San Marcos se relata la
institución de la Eucaristía en la última cena pascual de Jesús con sus
discípulos: “... mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió
y se lo dio y y dijo: Tomad, este es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las
gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo esta es mi sangre de la
Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del
producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios. Y
cantando los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos “.
En la catequesis preparatoria de tu primera
Comunión te habrán explicado el contenido del catecismo, el relato de San
Marcos, la transformación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús-
la transubstanciación-, el apresamiento en el Monte de los Olivos, su
crucifixión, resurrección y ascensión al cielo para sentarse a la derecha de su
Padre-Dios.
Cada vez que un sacerdote, durante la
celebración de la Santa Misa, bendice y consagra la hostia y el vino, elevando la
forma y el cáliz hacia lo alto, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la
sangre de Jesús.
Quiero manifestarte, como cristiano, el gozo que
me produce que quieras recibir a Jesús por primera vez. Recomendarte que,
después, comulgues siempre que puedas y, con la ayuda de Él, practiques el bien
y mantengas encendida la llama de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad,
acompañada en todo momento por tu dulce sonreír. Te servirá de ayuda la oración
diaria para vivir con y para Jesús. Y si se
caes en falta, que todos caemos, tener la humildad de reconocerlo y acogerse a
la Piedad infinita de nuestro Salvador. La confesión y posterior comunión nos
reconcilia con el bondadoso Dios, dándonos fuerza para seguir el ejemplo de
Jesucristo.
Celebra el maravilloso día de tu
primera comunión con tu familia. Pero ten presente que no festejas un
cumpleaños, un final de curso u otro acto o conmemoración similar. Recuerda que
al penetrar Jesús dentro de ti, te robustece
espiritualmente, experimentas una delicia íntima, única, y es un tesoro inmenso
e inigualable. Que tu interior sea el sagrario en el que lo guardes y
custodies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario