Las redes se utilizan también para crear noticias falsas, difundir bulos e intoxicar, habiendo usuarios de las mismas que las reenvían de buena fe, creyendo que son verdaderas. Algunas de ellas son tan disparatadas, que es aconsejable intentar averiguar, antes de reenviarlas o aceptarlas, si son veraces y responden a la realidad. Así y todo, lo que en ocasiones parece increíble o inverosímil, resulta que no lo es. En principio cabe la sospecha de falsedad cuando los medios de comunicación solventes no se han hecho eco de las mismas, aunque en ocasiones caen en el engaño y las publican, si bien luego suelen desmentirlas.
Nadie está a salvo, en principio, de que le den “
gato por liebre “; por eso hay que extremar la precaución, para saber si en la
paella que vas a comer se han sustituido el pollo y el conejo por ratas. En la época de la escasez y el hambre, en algunos
lugares no había tales reparos, pues lo importante era llenar el estómago. No
existía tampoco el “ internet “, pero se prodigaba, boca a boca, el chisme y la
rumorología a modo de boletín de noticias.
No pretendamos saciar el hambre de información
haciendo caso a todo lo que se nos dice y cuenta en las redes, pues la
ocultación de la realidad y la mentira son el pan nuestro de cada
día.
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