Pedro Sánchez dijo,
en alarde de magnánima
imparcialidad,
“ hemos vacunado a todos los
españoles
sin tener en cuenta a quién han votado
“.
Gracias hay que darle,
merece ser ensalzado y amado
por tamaña generosidad
al no hacer distingos políticos
a la hora de vacunar.
Oslo tendrá que los Nobel ampliar,
crear uno a medida del Presidente del
Gobierno,
para en justicia premiar al benéfico
adalid
de la sin par inmunización de la
igualdad.
Postulemos todos su candidatura,
concitemos adhesiones,
para que voten a su favor
los miembros del jurado
tras las deliberaciones.
Por la “ Mesa del Diálogo “
con los secesionistas catalanes,
es acreedor al Premio Princesa
de Asturias de la Concordia
por el empeño en ello puesto,
aunque se frustren sus planes.
Que reciba pronto las dos
distinciones,
antes de que le quiten la poltrona
presidencial,
no sea que se cumpla el refrán:
“ A burro muerto, la cebada al rabo
“.
Sánchez es listo, bienintencionado,
desprendido, gran gobernante,
amigo de todos, agradecido,
resistente, de enciclopédico saber
y paradigma excelso del bien hacer.
Pero sus generalizados afectos,
bonhomía y dotes deslumbrantes
no son creídos, comprendidos
ni valorados debidamente
por multitud de gente.
Rectificar es de sabios, hagámoslo,
reconozcamos su portentosa valía,
apostemos a favor de él
por el merecido Nobel
y el premio a la Concordia Princesa de Asturias.
Cuando le sean concedidos,
sonarán himnos, gaitas,
trompetas y timbales;
la acogida será triunfal,
los asistentes le agasajarán,
puestos en pie,
con efusivos aplausos y
reverencias.
Después, al mirarse ante el espejo,
dirá con su innata humildad,
ajena a toda prepotencia,
que no merecía tales honores ,
mas no podía rechazarlos
por no desairar a quienes
me ofrendan sus cariñosos
fervores.
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