“ Misión cumplida “, dijo el presidente del
Gobierno, Pedro Sánchez, anunciando triunfalmente la evacuación de las personas
afganas, colaboradoras de distinta manera con el contingente militar español
allí desplegado y con nuestra embajada, cuando resulta que distó mucho de ser
completada. Allí han quedado
abandonadas muchas de ellas, junto a sus familias, a su suerte sombría y llena
de peligros.
El mérito de la evacuación efectuada, aun con el
riesgo asumido de sus vidas, corresponde a nuestros militares, que la llevaron a
cabo, conocedores de las imposibilidades y extremas dificultades para traerlos a
todos a su nueva casa, y que no son achacables a ellos, quienes demostraron una
vez más su valor, profesionalidad y humanidad que les caracteriza.
Han quedado registradas para la Historia y en
nuestros corazones sus voces de “ ¡ España ! ! España ! ¡ Vamos ! ¡Vamos ! “
repetidas con insistencia, cuando trataban de localizar e introducir en el
aeropuerto de Kabul a los afganos que, entremezclados con la multitud, se
apelotonaban a las puertas o cerca del mismo, con la esperanza de ser embarcados
rumbo a nuestro país por la colaboración que nos habían prestado.
Nuestros soldados cumplieron con su deber. Pero
llevan el dolor en sus almas por las escenas desgarradas de angustia, horror y desesperación que presenciaron, y por los
afganos que no se pudieron evacuar. Les queda la satisfacción del deber cumplido
y la emoción inigualable de haber llevado en sus brazos a bebés y pequeños
rescatados.
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