Cuando se ven los despropósitos que a diario ocurren, impensables hace unos años, se pierden las tradicionales ganas de gastar bromas en el día de los Santos Inocentes. A fuerza de repetirse aquéllos, cualquier chanza resulta creíble por disparatada que sea.
Y es que la cruda realidad quita espacio al humor, y los que deberían solucionar, a distintos niveles, los problemas, los agrandan y utilizan, defraudando y confundiendo al sufriente y resignado pueblo que, cansado, no tiene más opción que aguantar lo que le echen, aunque por dentro se le revuelvan las tripas.
No, no corren los tiempos para bromas. Demasiados de los elegidos para servir y contribuir al interés general han generado el clima que aflige al común.
El hecho es que, incluso en el ámbito mundial, los inocentes padecen las desdichas y miserias originadas por quienes mueven los hilos. No se han aprendido las lecciones de la historia. Nuevos Herodes se ceban, de diferentes maneras, con los más desprotegidos mientras muchos Pilatos se lavan las manos.
No es cuestión de concretar lo que se da por conocido y sabido, aunque sea por lo de que “ quien esté libre de culpa, arroje la primera piedra”; pero si de reivindicar, una vez más, que cesen las tropelías que atentan contra los derechos inalienables a que es acreedor todo ser humano.
Los tiempos no son propicios para gastar ciertas bromas . Si, encima, recaen sobre los desvalidos, sería la ejecución de una infamia.
Los nuevos feudales han perdido la decencia y pasan de los más necesitados,abusando de los contribuyentes.Ya veremos como termina la torre de Babel actual.
ResponderEliminar