La prohibición de que los miembros de la Guardia Civil no utilicen pelotas de goma para evitar la entrada ilegal de inmigrantes en Ceuta y Melilla, va a traer cola. Ha sido transmitida mediante una instrucción verbal, lo que demuestra el poco convencimiento de su oportunidad y necesidad, la prevención a no mojarse por escrito, y el apresuramiento con el que se ha decidido.
No escapa que tras esta medida están los luctuosos sucesos ocurridos recientemente, cuando se ahogaron quince subsaharianos que pretendían entrar en Ceuta por mar bordeando el espigón que la separa de la marroquí playa del Tarajal; sin que, hasta el momento, se haya demostrado- mas bien parece descartado- que las muertes guardasen relación con el disparo de pelotas de goma al agua con propósito disuasorio.
El caso es que los guardias civiles se preguntan cómo y con qué medios van a impedir las masivas entradas ilegales en Ceuta y Melilla, habitualmente realizadas trepando en grupos por las vallas. Porque eso de emplear cartuchos de fogueo, vale una vez para el que no sabe que sólo producen ruido, pero no más. Y lo de las porras y el escudo, si ya se ha saltado la valla, están en suelo español y no hay agresión, es innecesario.
Lo cierto es que por una parte se quiere salvaguardar nuestras fronteras y evitar entradas ilegales- lo que es lógico y necesario- y por otra se deja en un limbo de inseguridad jurídica a los encargados de realizar tal función y, como quien dice, se les ata de pies y manos. Todo queda confiado al buen criterio de los guardias civiles de turno y a la suerte.
Mientras tanto, millares de seres desesperados esperan en el Gurugú a que se haga la noche. Quieren dejarlo atrás y verlo desde esa bicoca llamada España. Ahora es más fácil saltar la valla, ya no hay pelotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario