Preocupa a las cancillerías europeas y a USA el conflicto en Ucrania, agravado por cuanto el Parlamento de su República autónoma de Crimea ha decidido que esta deje de pertenecer a aquélla y pase a ser una provincia de la Federación rusa, lo que se someterá a referéndum el próximo día 16. Los temores que se albergan de una confrontación bélica abierta entre el frente democrático occidental y Rusia, es altamente improbable que se cumplan.
Las diversas facciones de la oposición a Viktor Yamukóvich, presidente ucraniano proruso, huido y destituido por el legislativo, abogan por su aproximación e integración en la Unión Europea y nuevos aires de libertad, mientras Yamukóvich prefería orbitar en torno a Rusia. Vino la explosión callejera, la posterior reacción de las fuerzas gubernamentales y se armó lo que suele suceder en los choques violentos: acción-reacción y violencia por ambas partes.
Yamukóvich, viéndolas venir y queriendo poner a salvo vida y dineros amasados a espuertas, tomó las de Villadiego buscando la protección del Presidente ruso Putin, quien no dudó un momento en ocupar de hecho Crimea, mayoritariamente rusófila, por aquello de que quien pega primero, pega dos veces, y por ser conocedor de los miedos occidentales encubiertos bajo amenazas de sanciones y búsqueda de soluciones diplomáticas.
Las sanciones, de producirse, se evanescerán con el tiempo, y los arreglos diplomáticos, que los habrá, en nada perjudicarán a la Federación rusa. Putin saldrá, una vez más, reforzado interior y exteriormente; pero mal haría si, abusando de su buena estrella, persistiera metiendo por las bravas la bota militar en la vecina casa ajena- Ucrania- que, con seguridad, le saldría respondona.
El problema de Ucrania y de Europa son los suministros de gas natural ruso.Ya veremos cómo lo arreglan.
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