Lo dijo el cardenal Antonio Cañizares el viernes pasado, un día antes de tomar posesión como arzobispo electo de Valencia: " Estamos en una situación difícil en España porque nos falta Dios. Hemos dado la espalda a Dios, así de claro." No se puede decir más con tan pocas palabras, que invitan a reflexionar sobre el diagnóstico y el contenido clarificador que encierran.
Los males que han ocurrido y suceden en España y en el resto del mundo proceden del alejamiento de Dios, que conduce a la degradación personal y colectiva y al desamor hacia los demás. El volver la mirada hacia Él y ser seguidores de su Hijo, Jesucristo, es el inicio para la reconversión, imprescindible para que se manifieste y opere el potencial bueno del ser humano.
A las actuales generaciones- en gran parte obnubiladas y erráticas en tantas cosas por mor del relativismo imperante- les sucederán otras, merecedoras de un legado de rectos principios y valores, que en su día recibimos y que, unos por otros, nos hemos encargado de dilapidar. Podríamos empezar por no seguir dando la espalda a Dios, implorando con humildad que nos dé fortaleza y constancia para seguir su senda.
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