viernes, 10 de octubre de 2014

PREOCUPACIONES E INCERTIDUMBRES.

 

Los leves indicios de recuperación económica, que nos venden, no se notan a pie de calle. Cae el poder adquisitivo, sigue la deuda exterior, no aumenta la producción ni la competitividad, hay voracidad recaudatoria, la exportación se reduce a sectores muy específicos, las clases medias devienen en pobres, éstos rondan el umbral de la miseria o están en ella, el alarmante paro persiste y generalmente los nuevos contratos son precarios y estacionales.

Lo peor, es que las diversas fórmulas que presentan los distintos partidos de la oposición, no ofrecen garantías de mejorar la situación. Y ante todo ello, al común impotente e indefenso sólo le queda la resignación, sin perjuicio de exteriorizar su irritación, arremetiendo verbalmente a diestra y siniestra, incluso en privado contra la formación política con la que tiene mayor afinidad.

Muchos de los desencantados con los partidos en los que confiaban o por las que apostaron, están sumergidos en la duda ante los próximos comicios: votar a otro partido, abstenerse, inclinarse- bastantes de los que nada tienen que perder- por opciones populistas y demagógicas, que ofrecen ofertas utópicas y radicales sin viabilidad, salvo que instalasen un régimen autoritario sin libertad ni seguridad jurídica.

Estas últimas opciones, de las que destaca Podemos, repiten lo que mucha gente quiere oír; se pronuncian contra la corrupción y los despilfarros, abogan por la participación ciudadana en los asuntos públicos-( ¿y quién no?)- y algunas ideas más- puro humo-que calan en parte de la población.

Lo que ninguna formación política reconoce es el desastre generalizado para la economía nacional, producido por los excesos y caprichos autonómicos, ni mucho menos se plantean si es conveniente para el interés general reducir sus competencias. Y es que, entre otras cosas, se han convertido en agencias de colocación, yendo cada una a la suyo.

En esas estamos, con el añadido de los pulsos secesionistas y la politización de cualquier asunto con tal de zaherir y desgastar al adversario. En fin, el tiempo dirá. "Nada está escrito, la historia no ha terminado", reza una sentencia; lo que no obsta para las preocupaciones e incertidumbres que nos agobian.

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