viernes, 3 de octubre de 2014

EL GALLITO Y EL PALENQUE.

 

Artur Mas quiere pasar a la historia como un " patriota", mártir por la independencia de Cataluña, que borre su pasado y la oscura gestión llevada en el desempeño de sus cargos en el Generalitat. Embaucado y empujado por los más radicales secesionistas, se apartó del nacionalismo moderado y sentimental, convirtiéndose en un gallito peleón contra el Estado y la unidad de la Nación española desde su representación del Estado, como Presidente del Gobierno Autónomo catalán. O sea: desde una Institución territorial del Estado al que debe servir, se enfrenta a él en descarada rebeldía por la vía de los hechos, sin llegar por ahora a la insurrección violenta, aunque alimentando la contestación callejera de los separatistas.

Contra tamaño desafío, retorciendo la legislación cual leguleyo cínico, y desobedeciendo la resolución del Tribunal Constitucional, que ha suspendido cautelarmente la Ley de consultas del Parlamento catalán y el pretendido "referéndum" por la independencia, así como todos los actos e iniciativas que pudieran llevarse a cabo a tales fines, el Gobierno de la Nación responde con la Ley, cargándose de razones, recurriendo a las instancias judiciales para no aumentar la tensión, y con la intención, que parece vana, de que Mas recapacite y vuelva a la senda constitucional. Pero no hay que olvidar que el Gobierno, además de cumplir con la legalidad, está obligado a hacer que se cumplan las leyes y las resoluciones judiciales. ¿ Ha llegado la hora de que lo haga o hay que esperar aún más al empecinamiento ilegal de Artur Mas y su cohorte secesionista? ¿ Cuáles es el límite que deslinda la prudencia de la indecisión timorata? El tiempo lo dirá.

Lo meridianamente claro es que las contemplaciones excesivas hacen que el gallito se embravezca para demostrar que es el rey del resto del corral gallináceo y galliforme; sea por bravuconería o por disimulada cobardía necesitada de ser arropada por los del mismo plumaje.

Aun sabiendo que el nacionalismo es insaciable y quejica por esencia, o también precisamente por eso, habría que ir pensando en desplumar al gallito peleón aunque siga el cacareo en el palenque separatista.

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