En la carta que varios altos mandos militares
jubilados han remitido al Jefe de la Casa Real, para que dé traslado de la misma
al Rey, al que le reiteran su lealtad, se expresa fundamentalmente la preocupación por el peligro que corre
nuestra democracia, la unidad de España por los embates secesionistas, la
división de los tres poderes del Estado y los ataques a la Corona, dada la
deriva emprendida por el Gobierno social-comunista. Lo mismo opina la mayoría de
los españoles, señalándose también por escrito y oralmente en diversos medios
mediante el ejercicio de la libertad de expresión. La citada misiva no incita ni
propugna un golpe militar, pero el Gobierno ha querido ver o trasladar a la
opinión pública una posibilidad que, a día de hoy, no existe ni se espera, ya
que nuestras Fuerzas Armadas actúan conforme a la legalidad constitucional, pese
a que muchos de sus componentes no estén personalmente conformes con
determinadas decisiones y concesiones gubernamentales.
Las Fuerzas Armadas, que tienen la misión
constitucional de “ garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento
constitucional “, dependen del Ministerio de Defensa y actúan conforme a las
directrices del Gobierno de turno, el cual tendría que ser el primero en
procurar que la misión constitucional expresada no corra el riesgo de ser
conculcada, ni consentirla ni facilitarla.
“ La milicia es una religión de hombres honrados
”, escribió Calderón de la Barca. El servicio
en la misma imprime carácter: lealtad, compañerismo, disciplina, honor,
sacrificio, obediencia y otras virtudes, para lo que se precisa una alta
vocación. Nuestro Rey Felipe VI es el primer soldado y servidor de la Patria.
Sólo él debe saber los sinsabores que pasa y los silencios que guarda. Los demás
los imaginamos.
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