Dos jóvenes conversaban en la esquina de una 
calle. Por su aspecto parecían ser estudiantes universitarios. Uno le pregunta 
al otro: ¿ “ Nos vemos y salimos esta tarde “ ?, respondiéndole el segundo: “ 
No. Voy a encerrarme, ya que la semana que viene tengo que ir a mi casa “. 
Cazadas al paso estas palabras, cabe deducir que tenía proyectado desplazarse al 
domicilio sus padres, ubicado en otra localidad, para pasar las Navidades con 
ellos y algún otro familiar conviviente en el mismo. Por tal motivo, es fácil 
colegir que quería reducir al máximo las salidas de su residencia eventual como 
estudiante y los contactos innecesarios, con la finalidad de no contagiarse por 
el Covid-19 ni contagiar a sus seres queridos, aun siendo consciente, como lo 
somos todos, de que el riesgo cero no existe.
Cuando tanto se habla de la irresponsabilidad de 
una parte de la juventud, son admirables las precauciones recomendadas que 
adopta esa otra parte de ella, sin duda en mayor número que la primera, con 
motivo de la pandemia. La respuesta del supuesto estudiante debería servir de 
acicate para no descuidarnos, pensando que el maldito bicho campa a su aire y se 
introduce por donde y cuando menos se espera. No le demos esa oportunidad o 
reduzcámosla lo máximo posible. Si bajamos la guardia vendrá la tercera ola 
después de las fiestas navideñas, aunque ya se han producido rebrotes 
preocupantes tras el último puente del 6 y 8 de Diciembre.
A la espera de que llegue la vacuna, que tardará 
meses en administrarse a todos los que lo deseen, debido a las prioridades que 
se establezcan, seamos nuestros propios guardianes y evitemos las situaciones y 
comportamientos innecesarios de riesgo. Pese a las restricciones y 
permisividades consentidas, además de la ambigüedad del concepto de “ allegados 
“, usemos el sentido común y seamos responsables. Será un modo de administrarnos 
nuestra personal “ vacuna casera “, no elaborada en los laboratorios, mientras 
venga la otra, la segura y eficaz, y nos toque el turno para que nos la 
pongan.
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