Hay suposiciones diferentes sobre las balas
contenidas en los tres sobres con escritos amenazantes, dirigidos al ministro
del Interior, a la directora General de la Guardia Civil y al líder de Podemos
Pablo Iglesias. Parece temerario aventurarse por la autoría de tan inquietantes
misivas o envíos y el propósito real de las mismos. Lo más prudente sería
esperar el resultado de la investigación iniciada, y no hacer especulaciones ni
señalamientos al respecto. Pero como estamos en la campaña electoral madrileña
del 4-M, se quiere sacar partido de ello para obtener mayor rédito y movilizar a
los indecisos y posibles abstencionistas.
Quedan varias incógnitas por descubrir, y son
opuestas las respuestas, insinuadas o afirmadas, al interrogante “ Cui prodest”(
A quién beneficia o se aprovecha de ello). Lo que está claro es que dichas
amenazas, sean reales o autodirigidas, crispan más la contienda política y el
ambiente social. Son muchas las que reciben personas de diversa condición y por
distintas vías, desentendiéndose de las mismas o denunciándolas. En el último
supuesto suelen guardar silencio para no entorpecer la investigación policial y
judicial. ¿ Por qué no se ha hecho lo mismo en el caso que nos ocupa? Ello
induce a pensar que se les ha dado publicidad por motivos
político-electoralistas y en favor del bloque de las izquierdas. Cuando se sepa
la verdad, si se logra averiguar este polémico enredo, posiblemente habrá
pasado ya el 4-M.
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