Hay persecución contra los cristianos en varias
partes del mundo, ensañándose especialmente contra ellos los terroristas del
islamismo radical, que donde actúan o predominan despliegan su odio más atroz,
cometiendo asesinatos, violaciones, secuestros, destrucción y pavor. Lo vimos,
por ejemplo, en la Llanura del Nínive ( Irak ), desde 2014 a 2017, hasta que el
ISIS( “ Estado Islámico “ ) fue desalojado de allí; pero no ha desaparecido el
peligro en esa zona ni en el resto de Irak. Según algunas estimaciones, del
millón y medio de cristianos que había en este país, quedan unos doscientos
cincuenta mil. El descenso se debe, además de a la persecución religiosa, a que
muchos de ellos tuvieron que emigrar por razones económicas y de seguridad tras
la invasión estadounidense de 2003. El hecho es que existe el riesgo de
extinción y discriminación de los católicos, lo que trata de evitar la
Iglesia.
No se debe olvidar a “ Boko Haram “ y al mosaico de grupos terroristas islámicos
vinculados al ISIS, que actúan en Nigeria, Camerún, el Congo, Chad, Niger,
Libia, Somalia, Mali y en algunos otros
enclaves africanos, sin reparar en las pacíficas creencias o descreencias de sus
víctimas, siendo frecuente en Nigeria el secuestro en masa y violación de niñas
adolescentes, que a veces son liberadas a cambio del pago de un
rescate.
En Europa y en tiempos no lejanos se dio
el genocidio nazi, dirigido principalmente
contra los judíos, durante la II guerra mundial. En España se padeció la
persecución religiosa en nuestra última guerra civil, que dejó un reguero de
mártires católicos en las zonas republicanas del Frente Popular.
El odio, el fanatismo y otros intereses
inconfesables atentan contra los Derechos Fundamentales de las Personas, siendo
el principal el de la vida. Cuando no se respeta el derecho a la libertad y los
inherentes al Derecho Natural, se deja el campo abierto para todo tipo de abusos
y atrocidades. Es necesario promover un cambio de mentalidad en la sociedad
humana, para desterrar tanta ignominia, poder vivir en concordia y que
predominen de hecho los principios ético-morales. Todos, en la medida que nos
sea posible, deberíamos contribuir a ello, aunque obstáculos no faltarán ¡ Cómo
nos complican y complicamos la vida, para cuatro días que vamos a vivir !
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