Cuando el servicio público se supedita al
exclusivo interés personal o de grupo, deja de responder a tan bello concepto,
pues no responde al bien común ni a las demandas de los administrados. En sentido estricto se asocia a la Administración,
a las Instituciones del Estado y a los que ocupan altos cargos en ellas o son
funcionarios de las mismas. Pero se extiende y presta también fuera de ellas en
los ámbitos privados- empresarial, asistencial, laboral, religioso,
educativo, etc.-, yendo dirigido a satisfacer las necesidades propias y de los
demás, al público en general como indica tal denominación. En cualquier caso
exige, donde se preste y en sus múltiples formas, entrega, sacrificio,
laboriosidad, solidaridad y responsabilidad.
Todos estamos llamados a hacerlo con arreglo a
nuestras posibilidades, ocupaciones e inclinaciones, y de hecho se lleva a cabo
de forma natural, sin percatarnos muchas veces de ello. Hasta gestos tan
simples, como unas palabras de consuelo, una sonrisa, un donativo, saber
escuchar y varios detalles más, evidencian empatía y comprensión con nuestros
semejantes, especialmente con los más necesitados y desvalidos.
Lo expuesto puede resumirse con la consabida
frase “ Trata a los demás como quisieras ser tratado ”. Todos, de un modo u
otro, nos necesitamos.
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