Salvo honrosas excepciones. los debates televisivos se desarrollan, a menudo, cual sucio pugilato verbal en los que prima la descalificación personal, airadas voces a gritos, constantes interrupciones a los pacientes contertulios que pretenden exponer sus discrepantes opiniones y que con resignados gestos, dado que son desoídos sus suplicantes ruegos de dejarles hablar, optan o se ven obligados al silencio o ceder la palabra. Lo chocante es que, por lo general, los que dificultan que el debate transcurra con normalidad, suelen ser los que alardean, sin parar, de demócratas y luchadores por la libertad desde siempre, cuando resulta que lo que destilan es dogmatismo e intransigencia sectaria izquierdista ,en "casual" conjunción con voceros nacionalistas-disgregadores en permanente victimismo reivindicativo.
Que cada cual ponga, según su apreciación, nombres a los tales y a las cadenas y programas en donde ello suele acontecer. Las trayectorias y peripecias son conocidas o fáciles de conseguir. Por contra, sería innoble el dejar de reconocer los casos, no abundantes, de militantes del PSOE "zapateril" , como de críticos al mismo que confesándose de izquierdas y si lo son, efectúan sus intervenciones sin estridencias desagradables, con moderación y respeto hacia los contertulios discrepantes. El buen vino fácil es de conservar y grato al paladar cual sea su denominación de origen; el áspero "peleón", se agria a más con el paso del tiempo.
Los que con tal mal educado proceder actúan, confundir quieren al oyente que, por el guirigay armado, de nada se entera, nada claro queda, con el pretendido mensaje de que quien más airadamente chilla, descalifica y con mayor frecuencia interrumpe es el que tiene razón, el poseedor de la verdad. Si a todo ello se suma que el teóricamente moderador no pone orden ni concierto y con su pasividad, o fingida neutralidad, inclina la balanza en favor de los histriónicos vociferantes, "apaga y vámonos". La posibilidad de cambiar de canal está a mano y si ningún otro programa de los en antena en ese momento te satisface, nada impide apagar el televisor.
Cuando uno ve estos "zafarranchos de combate", con las debidas excepciones que las hay, no puede dejar de evocar el excelente programa que por título llevaba "LA CLAVE", presentado y moderado por José Luis Balbín. que se emitió desde 1976 a 1985 TVE2, desde los inicios de la Transición al ya asentado socialismo de Felipe González en el Gobierno; que, por cierto, finiquitó La Clave por resultar, al decir de muchos, " incómoda" o " no recomendable" a los intereses gubernamentales.
Precedido el debate por una película relacionada con el tema planteado y a discutir, por la Clave pasaban contertulios de diversas ideologías, que sabían de lo que hablaban, en donde pese a las discrepancias se guardaban las formas, educación y respeto, exponiendo libremente cada cual su opinión. Los muchos seguidores oían puntos de vista diferentes en debates de gran altura, sacando cada uno sus conclusiones. Coadyuvó al conocimiento, formación y, si se apura, a posible comprensión de quienes mantenían posiciones que no compartías ni asumirías.
José Luis Balbín, aperturista de convicción, sincero defensor de la libertad de información y expresión, educado por crianza y con aspecto de " bon vivant" por devoción, bien dirigía la batuta en los debates.
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